Héctor Azar sigue vivo en las calles y en los teatros, manifestó hijo del dramaturgo
La puesta en escena La incontenible vida del Sr. Ta Kah Brown, que escenificó la Compañía “Rodolfo Álvarez”, de Oaxaca
YADIRA LLAVEN
“Regresar a Puebla es sentir a Héctor Azar (Atlixco, 1930–DF, 2000) en sus calles, en los edificios que rescató cuando fue secretario de Cultura y en los teatros donde se presentó”, afirmó ayer en esta ciudad Carlos Azar Manzur, hijo del dramaturgo, director, actor y promotor cultural atliscense.
A seis días de su cumpleaños número 80 y a 10 años de su desaparición física, “porque sigue vivo entre nosotros, me parece importante recordar la vida y obra de Héctor Azar, pese a las trancas burocráticas que nos pusieron para su realización”, reveló.
Debido a ello, se sinceró, “yo agradezco profundamente a los oaxaqueños que hicieron posible este homenaje a mi padre en su tierra natal, porque los mexicanos somos muy propensos al olvido”.
“Héctor Azar –recordó– decía que Oaxaca era su segunda patria, porque al igual que en Atlixco era recibido con mucho cariño por su gente”.
Relató que su padre siempre se colocaba a la salida de cada función, ya que “pensaba que lo más maravilloso es ver el rostro de la gente: el mejor medidor para saber si les gustaba o no una obra de teatro”.
Azar Manzur estuvo acompañado de Marcela Borges, del Centro de Artes Dramáticas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y de Sergio Cervantes, director de la Casa de Cultura Oaxaqueña, este último oganizador del homenaje.
“Héctor Azar tuvo un gran amor a esta ciudad. Él pagaba una oficina junto a la Biblioteca Palafoxiana, porque decía que su historia y su cultura se reflejaba en la convivencia diaria de su gente”, expuso Manzur ante medio centenar de asistentes.
Entre otros logros, al frente de la Secretaría de Cultura citó la creación de la Sinfónica de Puebla, de la Compañía de Teatro, la recuperación de los conventos de San Pedro y de San Juan de Dios, y el rescate de la penitenciaría en el Instituto Cultural Poblano.
Agradeció públicamente a La Jornada de Oriente y a su director Aurelio Fernández el suplemento cultural que dedicó a la memoria de Azar hace un par de meses. “Aurelio conoció bien a mi padre, fueron grandes amigos, así como Abraham Paredes, quien convivió muchos años con él durante giras de trabajo”.
En tanto, Borges destacó la sensibilidad y capacidad del dramaturgo para realizar trabajo en equipo. “Fue un gran promotor cultural, además de buen cocinero. Creó muchas instituciones, en donde reunía a la gente entorno al teatro, pues veía a la disciplina en toda su amplitud, como la vida misma”.
Así surgió el Centro de Arte Dramático A.C. (CADAC) en el municipio de Atlixco, Puebla, y en la delegación Coyoacán, en la ciudad de México.
En la actualidad, en un país en donde cuesta tanto pensar en conjunto y salir de la individualidad, argumentó: “vale la pena recordar esa capacidad de unión del maestro Azar y echarla a andar en Puebla”.
Al último, Sergio Cervantes habló acerca de su convivencia personal con Héctor Azar, destacando que “no fue un político; llegó a la Secretaría de Cultura porque él así lo quiso y porque confiaba mucho en el futuro y la cultura de Puebla... ojalá y llegue a ser profeta en su tierra”.
Paralelamente, en el lobby del Teatro de la Ciudad se montó una pequeña muestra de algunos documentos que pertenecieron al personaje poblano, como una caricatura elaborada por el monero Patricio, un cartel que promueve la obra Adán Retorna, en el Teatro de la Ciudad del Distrito Federal, fotografías en las que aparece dirigiendo en el Foro Isabelino de la UNAM, reconocimientos del gobierno de Francia, República Dominicana, Líbano y como pionero del Teatro Experimental de México, por Egipto, así como el título que lo certifica como miembro de la Real Academia Española y como doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Puebla.
Dicho homenaje cerró con la puesta en escena La incontenible vida del Sr. Ta Kah Brown, que escenificó la Compañía “Rodolfo Álvarez”, de Oaxaca.
Paula Carrizosa
La Jornada de Oriente
Periódico La Jornada
Jueves 10 de junio de 2010, p. 4
Jueves 10 de junio de 2010, p. 4
Puebla, Pue., 9 de junio.
Vivencias y convivencias, genialidades y malhumores y, sobre todo, la obra de Héctor Azar fueron revividas el pasado fin de semana por amigos y familiares del dramaturgo fallecido hace 10 años, quienes recordaron el paso de uno de los hombres claves en el campo de la dramaturgia nacional.
Participaron el director de la publicación, Aurelio Fernández, acompañado por Eduardo Merlo, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Horacio Reiba, colaborador del periódico; Alfonso Atala, sobrino de Héctor Azar, y Mayte Colchero, académica, quien leyó la semblanza que fue pronunciada el 11 de diciembre de 1991, cuando la Universidad Autónoma de Puebla invistió al dramaturgo con el doctorado honoris causa.
Azar fue un amigo, un profesional y ante todo un hombre generoso, recordó Colchero. Dijo además que se destacó como docente, promotor cultural, académico, escritor, ensayista y columnista en revistas y periódicos.
Sobre su dramaturgia, refirió que Azar revitalizó el arte escénico al captar la atención general mediante temáticas populares, las cuales traducía en discursos cultos. Su obra, continuó Colchero, abarcó el teatro clásico y el moderno.
Le gustaba ser barroco
Situados en el escenario del Teatro Universitario Ignacio Ibarra Mazari, los participantes evocaron durante la plática Amigos y discípulos de Azar, acontecimientos que vivieron junto al dramaturgo .
Rememoró que Azar instituyó el Festival Palafoxiano, con el cual enseñó el concepto de cultura.
Él impulsó la primera ley de gestión de la cultura a escala nacional, además de que atrajo el turismo hacia el estado.
Héctor Azar ocupaba todo el espacio disponible, por eso le gustaba ser barroco, definió Aurelio Fernández durante su participación. Recordó que el dramaturgo era un excelente amigo que sacaba la cultura por los poros.
Héctor edificaba amistades; si se lo proponía, dejaba su marca de fuego en todos. Por eso esta tarde estamos aquí, él lo hizo de nuevo: logró reunirnos.
Fernández recordó la ocasión en que Azar, como titular de la Secretaría de Cultura de Puebla, invitó a María Félix a visitar la ciudad.
El descabellado ofrecimiento que le hizo a la Doña fue uno de los peores errores, señaló con una amplia sonrisa.
Eduardo Merlo, quien en esa época fue parte del séquito de jóvenes que, además de ser sus amigos, compartían con Azar la gestión cultural, rememoró que fue él quien salvó la estancia de María Félix, luego del mal sabor de boca que había dejado la primera noche.
La cena en que se conocieron resultó una verdadera derrota para Héctor Azar: ella le negaba todo, no le correspondía, a sus preguntas las contestaba bruscamente, enfatizó Merlo.
Además de aquel acto, recordó que Héctor Azar fue un maestro del teatro que era capaz de enseñarlo mediante su plática y la imaginación.
Él era el teatro: iba siempre actuando y creando.
Mientras, como titular de la Secretaría de Cultura, expresó Merlo, Héctor Azar fue un funcionario que supo llevar la cultura hasta el último rincón del estado, y durante su gestión rescató la Biblioteca Palafoxiana y creó la sala de exposición de ese recinto.
Para cerrar, integrantes del Centro de Arte Dramático AC y Carlos Azar, hijo del dramaturgo, ofrecieron la puesta en escena de La incontenible vida del respetable Sr. Taca Brown, la cual forma parte de la obra Los diálogos de la clase medium, que incluye En permanente estado de trance y de transa y La causa de la causa: Adán retorna y que, en conjunto, es considerada uno de los textos más divertidos y vigentes del dramaturgo Héctor Azar.